Ahora que vivimos tanto a través de la imagen, que consumimos, nos informamos, nos enamoramos por lo que vemos a través de nuestras pantallas y (¡qué bueno poder crear imágenes para compartir!) queremos alzar la voz en favor de otro de los sentidos: el tacto. El tacto también contribuye a diferenciarnos del mundo externo, y es probable que tenga el mayor impacto en nuestro placer y bienestar. En La Odisea, Eudiclea reconoce a Ulises. Es la única que lo reconoce en todo el libro, por el tacto. A veces solo tocando algo nos cercioramos de que existe. Eso también dirán algunos escultores del Renacimiento: la vista engaña, el tacto no», explica Maurette a Yorokobu.
Tras despertar en la cueva de Montesinos, don Quijote se palpó el cuerpo para saberse real: «Con todo esto, me tenté la cabeza y los pechos, para certificarme si era yo mismo el que allí estaba, o alguna fantasma vana y contrahecha», escribió Cervantes. El tacto es el sentido que siempre nos acompaña: es el primero que se activa, cuando se forma el órgano más amplio, la piel, en la octava semana de gestación. …seguir leyendo
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